Dos semanas de inmersión en el terreno y casi 300 kilómetros caminando desde el Atlántico al Pacífico para conocer desde otra perspectiva uno de los países más sostenibles del mundo.
Aunque pueda no parecerlo, aún hay muchos lugares de Costa Rica por descubrir. Más allá de las rutas turísticas más populares, el país aún tiene mucho que ofrecer. Al menos, eso es lo que pensaron desde Asociación Mar a Mar, la entidad sin ánimo de lucro responsable del desarrollo de la nueva propuesta senderismo en Costa Rica: una ruta que lo tiene todo para convertirse en meca internacional de los amantes de los grandes escenarios naturales.
COMO EL CAMINO DE SANTIAGO, PERO CON SELVAS TROPICALES
“La idea arrancó de la experiencia de varios senderistas de Costa Rica que hicieron el Camino De Santiago de Compostela y disfrutaron tanto de los campos y de los pueblos por donde pasa el mismo. Entonces, se preguntaron porque no había algo parecido en Costa Rica”: ese fue el verdadero germen del Camino de Costa Rica, tal como explican sus responsables a Viajes National Geographic.
En lugar de naturaleza ibérica, tropical, y en lugar de la tumba del apóstol Santiago, el Caribe o el Pacífico. Pero más allá de las diferencias, la esencia es la misma: caminar para descubrir, caminar para conocer culturas, aprender de la naturaleza, conocer a otros y desconectar.
Los organizadores de la Asociación Mar a Mar invirtieron más de tres años en adaptar el modelo del Camino de Santiago en Costa Rica, “consultando y explorando alternativas y aplicando varios criterios para lograr el mayor beneficio a comunidades necesitadas, a la flora y la fauna”.
DOS SEMANAS DE INMERSIÓN
La ruta atraviesa Costa Rica desde el Atlántico hasta el Pacífico y favorece una inmersión total en la mayor parte de los diferentes ecosistemas que se concentran en Costa Rica y, también, en algunas comunidades rurales y culturas indígenas. Una experiencia única, aventurera y confortable en unas 16 etapas o, lo que es lo mismo, un total de 280 kilómetros que empiezan en Parismina o Barra del Pacuare en Limón, hasta llegar a Quepos en el Pacífico Central. Si 280 kilómetros son demasiados para un viaje corto a Costa Rica no sucede nada. El camino se puede realizar por etapas independientes. Eso sí, los organizadores recomiendan realizar la ruta con guías, que son los que conocen el terreno a la perfección.
APUESTA POR EL DESARROLLO SOCIAL
“Aunque la naturaleza es excepcional durante el recorrido, los bosques, los ríos, las cataratas, y también los campos y cultivos de banano, piña, caña, pejibaye, café y palmas de aceite, los pueblos son importantes porque son los que conservan las tradiciones en referencia a su entorno. Ahí conoces a la gente y aprendes de su cultura”, explican los responsables del proyecto a Viajes National Geographic.
El objetivo del Camino de Costa Rica es dinamizar el turismo en zonas donde hasta ahora el turista no había puesto su foco de atención. En total, 19 pueblos desde los que parten distintos tours para descubrir cataratas, fincas agrícolas, artesanía o recorridos de canopy (tirolinas) y que se presentan como actividades complementarias para conocer el entorno mediante guías y negocios locales. Algo que potencia el emprendimiento, el desarrollo de los negocios rurales y del compromiso de sostenibilidad con el entorno.
LA GASTRONOMÍA TAMBIÉN CUENTA (Y MUCHO)
Los 280 kilómetros de la ruta no solo coordina diferentes hábitats naturales sino que también sirven como hilo conductor gastronómico. Así pues, se trata de una oportunidad para conocer los sabores caribeños que salen de las cocinas de los afro-descendientes en las primeras etapas del camino, con platos destacados como el famoso “Rice’n beans” (que es el gallo pinto con frijoles rojos tico tradicional, pero preparado con leche de coco), o la sopa de Cangrejo. Otras gastronomías indígenas aparecen en el camino conforme se avanza por la ruta y entonces, se tendrá oportunidad de probar el pollo ahumado según la tradición Bribri. A la altura de Turrialba, aparecen las huertas orgánicas que nutren restaurantes del lugar y cerca del del Parque Nacional Tapantí, se encuentra el Albergue Ecológico Avistamiento de Aves Tapantí – Finca Hongos Tapantí. El producto estrella son los pinchos de hongos con cebolla, chile dulce, piña, pollo. Para los vegetarianos que hagan el camino no habrá problema, hay establecimientos, como el albergue Verdesana, especializados en comida vegetariana.
DIFERENTES HÁBITATS Y UNA ESTRATEGIA DE SOSTENIBILIDAD
“Costa Rica tiene un compromiso enorme con la sostenibilidad y el Camino de Costa Rica se une a ese compromiso ofreciendo un turismo que trae beneficio económico a zonas rurales de forma que apoya y participa en ese compromiso. Fomentamos tanto el uso de recursos en forma regenerativa como socialmente inclusiva y apoyamos el desarrollo sostenible de nuevos negocios”, explican desde la Asociación Mar a Mar. De esta forma, la nueva ruta senderista entra en consonancia perfecta con el espíritu sostenible, una apuesta clara por el futuro de Costa Rica, enfocada en conseguir su carbono neutralidad.